Real Betis Balompié 3 (Campbell, Sanabria y Tello) – Valencia C.F. 6 (Kondogbia, Guedes, Rodrigo, Santi Mina, Zaza y Pereira)

Pablo Caballero Payán @pablocpayan El Betis de Setién sumó su primera derrota como local de la temporada en un partido repleto de goles, en el que el rival fue superior y le infringió un serio y desmesurado castigo. La apuesta arriesgada y atractiva de los verdiblancos debe continuar, pero urge mejorar las prestaciones defensivas del equipo bético.

El Valencia planteó un encuentro muy inteligente y demostró que es un conjunto muy trabajado tácticamente. El Betis nunca estuvo cómodo y perdió la batalla en el centro del campo, donde Fabián y Narváez no supieron (o pudieron) imponerse al músculo de Kondogbia y la clase de Parejo. Antes del descanso, los valencianistas dejaron el partido muy encarrilado. El citado Kondogbia remató a placer un saque de esquina para poner el 0-1. Tuvo Sanabria el empate en sus botas, pero lo que llegó fue el segundo gol visitante, que no debió subir al marcador al haber falta previa a Guardado.

Lo intentó el Betis tras el descanso y tuvo la oportunidad de volverse a meter en el partido de haber logrado Sergio León transformar el penalti del que dispuso. Erró el delantero bético y lo que llegó fue otro gol del Valencia en un córner. Con los locales volcados arriba, los de Marcelino dejaron visto para sentencia el choque con el cuarto gol. Pero de repente y de manera imprevista, los de Setién lograron tres goles en seis minutos y pusieron contra las cuerdas al Valencia, que veía como se le escapaba un partido que dominaba por 0-4. No hubo milagro y los visitantes aprovecharon dos contragolpes para cerrar el encuentro.

Esta contundente derrota no debe minar la moral de un equipo que está haciendo las cosas bastante bien. Eso si, la sangría de goles en contra debe ser parada radicalmente. Confiemos en ello y en que ofensivamente el Betis de Setién siga siendo tan espectacular.

LO MEJOR: esos seis minutos de locura en los que el Betis estuvo muy cerca de lograr un milagro estratosférico.

LO PEOR: la fragilidad defensiva.

FOTO: Rodríguez Quesada