Pablo Caballero Payán @pablocpayan Hay celebraciones de goles que dejan a las claras los sentimientos de los futbolistas. La de Sergio León el pasado viernes en el Villamarín habla por sí sola. El delantero de Palma del Río estrenó la nueva de grada de Gol Sur con un testarazo y estalló de felicidad como si fuera (que lo es) un hincha más.

Casi siete años y medio han pasado desde que debutara en el primer equipo verdiblanco de la mano de Víctor Fernández. Fue un Sábado de Pasión, en u partido que el Real Betis perdió frente al Girona. Solo fueron 26 minutos sobre el césped de Heliópolis. Ya no volvió a jugar más. En enero de 2011 se marchó al Reus Deportiu, para pasar luego por el filial del Elche, Real Murcia, Llagostera, el primer equipo del Elche y Osasuna.

Ahora, tras muchos goles y ofrecer un rendimiento muy bueno en los distintos equipos, tiene la oportunidad de defender los colores que siente, con los que se identifica y por los que luchará con un pelín más de amor propio que otros jugadores. Tiene la difícil, por no decir imposible, papeleta de hacer olvidar con sus goles a Rubén Castro. No seré yo el que establezca una comparación entre los dos futbolistas. Eso perjudica bastante a Sergio León.

En el Camp Nou erró una oportunidad clamorosa y muchos le atizaron de lo lindo. Por las redes sociales hubo bastantes mensajes del tipo “anda que eso lo iba a fallar el que está en China”, olvidándose de que el que está allí falló en enero un mano a mano ante el mismo portero y el mismo rival que hubiera supuesto el 2-0 y la sentencia de un partido que, finalmente, el Fútbol Club Barcelona consiguió empatar.

Espero el gol ante el R.C. Celta sea el primero de muchos. Siento una especial predilección por aquellos futbolistas que han tenido un camino complicado y sufrido para llegar a la élite. Sergio León se ha ganado con su trabajo y con su sudor el poder disfrutar de esta oportunidad ante su afición. Enhorabuena y a seguir con el mismo paso firme y decidido.

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