Pablo Caballero Payán @pablocpayan Llevamos los béticos mucho tiempo de penurias, mediocridad y monotonía de bajo nivel. Cuesta recordar cuál fue el último Betis que nos pellizco el alma. Por eso, no es de extrañar que, cuando hay el mínimo atisbo del verdadero y puro sentimiento verdiblanco, nos emocionemos.
Me vengo a referir a dos hechos, diametralmente opuestos, que han ocurrido en los últimos días: las palabras de José Juan Romero antes del ascenso del Betis B a Segunda B y la muerte de Don Pedro Buenaventura Gil. En ambas cosas ha aflorado la verdadera esencia del beticismo. Amor al Betis a raudales, sin contemplaciones y puro, muy puro.
Con la triste pérdida de Pedro Buenaventura hemos vuelto a recordar su relato del partido de vuelta de la fatídica promoción contra el Tenerife en 1989. No creo que exista un bético que no se emocione escuchando las palabras del que fuera entrenador del Betis en aquel encuentro. Sus lágrimas, como se le quiebra la voz y el agradecimiento que demuestra en cada palabra de ese vídeo dejan a las claras el amor incondicional que el trianero sentía por el escudo de las trece barras verdiblancas.
Y por otro lado está la arenga del entrenador del filial a sus muchachos antes del trascendental partido en Lorca. La frase “si os fallan, flaquean las fuerzas, mírense al escudo, no hay nada más bonito” es, sencillamente, sublime. Los jugadores saltaron al césped del Artés Carrasco con un extra de motivación que les permitió competir de manera digna y elogiable. José Juan Romero ha sabido inculcar a sus pupilos valores para defender con honradez la camiseta que visten, superando muchas adversidades.
Ojala cunda el ejemplo y los directivos de la entidad y el cuerpo técnico y futbolistas del primer equipo se contaminen de este bendito veneno. Los béticos debemos dejar de cantar el “¿dónde está mi Betis? no busques más que no hay” por el “cuando yo encontré en tus ojos luces de esmeralda, yo me dije si, este si es mi Betis”
Todavía quedan gente de club. J.J. Romero puede ser buen heredero de Pedro, y como bien dices, tanto directiva como jugadores, y diferentes satélites que orbitan alrededor del club, están a años luz de este sentimiento.
Yo estuve ayer en el sepelio. Su familia y la nuestra nos une una amistad de siempre. Desde que mi padre y Pedro coincidieron en un club histórico de la local sevillana como era el San Rafael, ya fue un no parar. Betis juvenil, Betis Deportivo. Yo coincidí con Lorenzo en el Colspe, y me intentó convencer que me fuera con él a estudiar al INEF a Madrid. Ayer me llevé un buen rato hablando con él y su hermano Pedro, de aquellos buenos momentos. Y por supuesto Carmelita, esposa y madre, y como estaba entera a pesar del dolor que llevaría dentro.
Fue un día de muchas emociones, saludando a muchos de los que formaron aquella cantera en su tiempo de míster. Petit, Parra, Salva, Casado…..
Se nos fue Pedro, pero nos deja momentos inolvidables de beticismo puro, que deberían tomar como ejemplo los que me he referido al principio.
Siempre estará ahí.