Betis 1 (Rubén Pardo) – Alavés 4 (Krsticic, Sobrino, Santos y Katai)

JJ Barquín @barquin_julio Nueva decepción para la parroquia verdiblanca, que ve como su equipo no puede con un Alavés que se olvidó de la liga hace tiempo. Cuesta digerir que un equipo lleno de suplentes y que lleva pensando en la final de la Copa del Rey casi un mes, pueda destrozar en diez minutos al Betis. Nueva decepción, nuevo ridículo y nueva representación para demostrar que Víctor Sánchez del Amo no puede ser entrenador del Betis 2017-2018.

La primera parte fue aburrida pues los dos equipos abusaron del pase en horizontal y los porteros fueron meros espectadores de un encuentro soporífero. Solamente un fuerte disparo del riojano Pardo al cuarto de hora, sirvió para desequilibrar el marcador. Los hombres de Pellegrino lo intentaban pero sin éxito pues la transición defensa-ataque se rompía continuamente por la seriedad de Tosca y Pezzella, pues Mandi sufría cuando intentaba sacar el balón y con las acometidas de los vitorianos. Primera parte tranquila, sosa e insulsa donde el centrocampismo fue la nota dominante de un encuentro típico de final de temporada para dos equipos que ya han hecho los deberes.

Pero este Betis es tan débil que basta que el equipo contrario apriete un poco para que se desmorone como un azucarillo. Diez minutos de apatía, desorden, desconcierto le han bastado a los vascos para destrozar a un Betis triste, insolvente y moralmente deficiente. Y eso que tras el emparte, un disparo de Rubén Pardo puso ser el 2-1 pero tras ese espejismo el Alavés siguió aprovechando los errores de una defensa de cinco (sí, amigos, de cinco defensas) para taladrar el marcador hasta convertirlo en un sonrojante 1-4.

Desde el minuto 58 y hasta el final del encuentro, los béticos hemos asistido a un ejemplo de claro de impotencia y despropósito a la hora de administrar los cambios por parte de un entrenador que demuestra cada semana que no puede gestionar el futuro de este club.

Lo mejor: Los detalles de calidad de Rubén Pardo.

Lo peor: La fragilidad defensiva y la impotencia de los minutos finales. El cambio de Nahuel.