JJ Barquín @barquin_julio Cuando el emperador de Jabugo gobernaba la región de Heliópolis, un amigo me decía con mucha gracia, que con lo usurero y mísero que era, se lo imaginaba con una bolsa de basura debajo del empleado de la taquilla recogiendo el dinero. Aunque parezca un poco cómico y exagerado, la representación no se aleja mucho de las estructuras que había en un club dominado por los libros de contabilidad, las sillas de terciopelo marrón y el olor a bolitas de alcanfor.

El Betis de Lopera estaba instalado en el paleolítico y era doloroso ver a dónde se podría llegar con el potencial de una afición desparramada por todo el mundo. Todos sabíamos que el Betis, como institución, tenía un margen de mejor brutal pero durante algunos años la bolita –la de cuero- entraba y todo era “lo que diga don Manué”.

Hoy vivimos la misma historia pero a la inversa. El club está progresando en su organigrama empresarial mientras que se mueve en la más absoluta mediocridad deportiva. Y esta situación debería cambiar para que el trabajo en esas áreas sea apreciado por los béticos. Es verdad que llevamos mucho sufriendo decepciones y la desilusión se ha instalado entre todos nosotros, pero debemos tener claro que se están poniendo las bases para crecer como institución. Un ejemplo es el departamento de marketing donde se está trabajando cabalmente para modernizar una entidad que lo necesitaba como agua de mayo.

Las últimas iniciativas son tan interesantes como lanzar un operador móvil, una licencia de emoticonos en verdiblanco o firmar un acuerdo con Vodafone para poder visualizar Betis TV por la plataforma de televisión del gigante televisivo. Hoy en día el fútbol se mueve por los contratos de televisión y hay que trabajar muy bien en ese aspecto para estar entre los grandes o acercarse lo más posible a ellos y al reparto del pastel.

Ese es el camino y los béticos debemos tener altura de miras para saber diferenciar lo que pasa en el césped con lo que se cuece en la zona noble del estadio. Por supuesto, que estamos en un club de fútbol y el fin último es ganar, ganar y ganar, como diría el sabio de Hortaleza. Y debemos ser críticos para no instalarnos en la complacencia pero venimos de la prehistoria y tenemos que tener paciencia para que la “empresa verdiblanca” comience a dar sus frutos en todos los aspectos.