JJ Barquín @barquin_julio Salí de Sevilla con los informativos matinales anunciando que la ola de calor que sufríamos desde hacía días se iba a alargar hasta el final de la semana. Me quedaban por delante más de 900 kilómetros hasta llegar a una ciudad que siempre estará en la zona triste de mi universo emocional. El deber profesional me llamaba fuera de casa y, aunque quedaba mucha carretera por delante, saber que había unos grandes cuartos de final de una Eurocopa esa tarde me hacía llevar mejor el desplazamiento. Además de mucha música, la radio ocupó buena parte del día y los programas deportivos escupían noticias sin parar.

La mayoría tenían que ver con esos cuartos de final entre dos gigantes como Italia e Inglaterra, aunque también supe que el modesto Arsenal de Sarandí, se había proclamando campeón en Argentina. Por un momento fantasee con la posibilidad de que algún día no muy lejano, el Betis pudiera conseguir algo parecido. Un mes atrás habíamos quedado a mitad de tabla, en un año que sirvió para asentarse en la primera división tras venir de ascender de los infiernos. Pero la imaginación volvió a la realidad y tras más de ocho horas de coche, estaba a punto de llegar a la ciudad de destino donde al día siguiente tenía que asistir a una feria.

Entrando en el hotel AC Lleida, sobre las 20 horas, el mensaje de un portal de noticias en mi móvil me dejó frío: Miki Roqué ha fallecido. El mazazo fue tremendo y la tarde noche fue muy triste. Recuerdo que me duché y me olvidé por completo del partido que había soñado ver desde la mañana. Cogí mis auriculares y salí a pasear por la ciudad que vio crecer a un chaval larguirucho y endeble que soñaba con ser futbolista. Pensé que el destino había querido que viviese la noticia en la ciudad donde se intentaba recuperar del contratiempo que le había tocado vivir. Y pensé en lo injusta e incomprensible que es la vida cuando se olvida de gente como Miki. Quince meses había tardado el puñetero tumor en llevarse a un joven que comenzaba a disfrutar de un sueño hecho realidad: ser titular en un equipo de la máxima categoría del futbol profesional. Lo había intentado en el Liverpool de Rafa Benítez, en el Xerez o el Cartagena pero fue Pepe Mel quien le dio la confianza que necesitan los jóvenes para alcanzar su mejor versión.

Poco me importaba que la Italia de Prandelli hubiera pasado porque poco importaba lo que pasara esa noche. Casi sin cenar volví al hotel y me costó dormir como a todos los béticos. Cuando este post se publique estaré a punto de iniciar el mismo viaje que anoche recordaba con tristeza mientras escribía estas líneas. Vuelvo a otro hotel y a otros quehaceres pero siempre que llego a Lleida, la imagen de Miki Roqué está presente como otras tantas veces. Los béticos no le olvidamos y el club podría aprovechar las nuevas obras del estadio para rendirle un homenaje continuo dedicándole alguna zona importante con su nombre. Eterno Miki. Eterno 26.