Pablo Caballero Payán @pablocpayan He de confesar que soy un hombre de poca fe en muchos aspectos: en política, religión, humanidad, sociedad…y en el Real Betis Balompié. Hace tiempo que perdí la esperanza en el club de mis amores y, con el derbi a la vuelta de la esquina, los sentimientos pesimistas y negativos rebrotan con más fuerza de lo normal.

No es que sea pesimista, es que el mundo es pésimo. Esta frase de José Saramago es perfectamente extrapolable al Betis. O esta otra del genial escritor portugués: si, soy pesimista, pero yo no tengo la culpa de que la realidad sea la que es. Y la realidad de la entidad verdiblanca es lamentable. No hay por donde cogerla. Se suceden errores de planificación deportiva, de elección de responsables y hasta ridículos como la venta de entradas para el derbi por internet. Un sinfín de despropósitos.

Yo admiro al bético que confía en una victoria para el sábado. No se de donde sacan fuerzas y motivaciones para pensar de esa manera. Cierto es que en un partido de fútbol pueden pasar mil cosas y que este deporte te depara sorpresas inesperadas, pero permítanme que desconfíe. Permítanme que tenga asumida la derrota y que no contemple un resultado positivo para el Real Betis.

Volviendo a citar a escritores de renombre, decía Mario Benedetti que un pesimista es un optimista bien informado. Y creo que la información que tenemos de nuestro equipo es cristalina y meridianamente clara. Las prestaciones del Betis, generalmente, son previsibles, poco contundentes, carentes de garra y espíritu y de una fragilidad moral y competitiva indignas de una entidad como la de Heliópolis.

Ahora mismo, el único consuelo que tengo de cara al sábado es que de 16:00 a 18:00 tengo un compromiso ineludible que me impedirá ver y escuchar el partido. Supongo que así el sufrimiento será menor y que no tendré que contemplar otro bochorno del Betis en un derbi. Pido perdón a aquellos que no entiendan mi actitud y mi manera de pensar. Pero es lo que hay.