Pablo Caballero Payán @pablocpayan Se cerró el mercado invernal el pasado martes y Torrecilla, como en verano, dejó los deberes a medio hacer. Han venido a la entidad de Heliópolis el central rumano Tosca y el centrocampista Rubén Pardo, pero no ha venido un delantero o un jugador veloz que se adapte a ambas bandas.

¿Qué pasaría si mañana se lesionan de gravedad Rubén Castro o Alex Alegría? Tendríamos que afrontar el resto de la temporada con tan solo dos delanteros sanos. Era fundamental la incorporación de un atacante que pudiera aportar chispa, velocidad y verticalidad al ataque verdiblanco. Pero no, Torrecilla no lo ha creído conveniente. Incluso ha puesto como excusa que Joaquín forma parte del elenco de delanteros y que no había necesidad de traer a otro.

El error es mayúsculo. Ojala me equivoque, pero no veo a Rubén Castro con la frescura suficiente para jugar domingo tras domingo. Es natural y lógico. El canario cumplirá en junio 36 años y necesita ser dosificado. No lo digo por el fallo del otro día, pero en los tres últimos partidos se ha visto a un Rubén lento y sin la determinación de antes de Navidad. Vuelvo a repetir: es lógico y comprensible.

El fichaje de un delantero de garantías debe ser el objetivo número uno en la lista de refuerzos de Torrecilla para la próxima temporada. Confiar en que ocurra es otra cuestión. Si nos atenemos a lo realizado hasta ahora por el salmantino, las perspectivas no son las mejores, porque su trabajo se ha caracterizado por ser incompleto, provocando que la mediocridad deportiva siga instalada en el Real Betis Balompié, que deambula en tierra de nadie por la Primera División, por mucho que el domingo jugara un partidazo frente al F.C. Barcelona.