JJ Barquín @barquin_julio Me siento raro y desconcertado. Desde que terminó el partido del Calderón no paro de leer crónicas benignas en los medios y en las redes sociales, además de comentarios muy bondadosos con el equipo y su juego. Uno de los que me llamó la atención fue que “ya se ve otra cosita”. Indudablemente, Víctor le ha dado otro aire al equipo y ahora tiene algo más de consistencia y orden, demostrando más personalidad que con el deslenguado Poyet.

Pero analizando lo visto en la ribera del Manzanares me extraña ese positivismo generalizado. Primero, porque se ha perdido y me cuesta encontrarme satisfecho cuando mi equipo se deja los tres puntos en el camino. Segundo, porque la sensación de impotencia que ofrecimos fue tan evidente que creo que si hubiéramos estado tres días jugando en el Calderón el resultado habría sido el mismo. Tercero, porque el rival demostró que no es ni mucho menos el de temporadas pasadas. Y cuarto, porque seguimos teniendo graves problemas como equipo, con falta de concentración de ciertos jugadores, errores defensivos y una sensación de haber perdido algo de esa intensidad con la que comenzó el equipo del entrenador madrileño. Dicho esto, sigo confiando en Víctor Sánchez del Amo pues me parece un entrenador joven, preparado y con ganas de labrarse un gran curriculum en un club histórico. Y el Betis puede ser el sitio ideal para conseguir esas metas.

Lo que me preocupa enormemente es volver a pensar en las dos tendencias que se están generando en el seno del beticismo y que te posiciona en ser exigente, si piensas de una manera, y ser realista si piensas de otra. ¿Eres un destructor si piensas que debemos mejorar y ser exigentes?¿Eres un mejor bético si te conformas con lo que tenemos? Ni una cosa, ni la otra. Se puede ser exigente sin caer en el derrotismo. Y viene bien una dosis de realidad para saber de dónde venimos. Y evidentemente, nuestra realidad es la consecuencia de la peor presidencia de la historia del club, la de Ruiz de Lopera y la brutal deuda que nos dejó, que nos tiene ahogados económicamente y deportivamente.

En lo que tiene más razón que un santo mi socio de página, mi amigo Pablo Caballero, es que no podemos cometer ese gran error de compararnos con el vecino. Ellos van en un deportivo y nosotros en un utilitario con algunas goteras. No miremos para Nervión. Debemos pensar en nuestra historia, en nuestro ADN sufridor, en no perder nuestras señas de identidad pero seguir exigiendo cambios para ser mejores cada día. Y por supuesto, en seguir cantando Viva el Betis manque pierda¡¡¡¡¡¡¡¡¡