JJ Barquín @barquin_julio

Tras el resultado de la asamblea del pasado 30 de diciembre, los accionistas han hablado bien claro. Ni mucho menos representan a la totalidad del beticismo, pero son los que tienen voz y voto para tomar decisiones y tutelar los destinos del club. Y su aprobación a la gestión de Ahora Betis Ahora ha sido clara y meridiana: 2.750 a favor, 99 en contra. Carta blanca para una junta directiva que tiene una nueva oportunidad para cambiar la suerte de un Betis sumido en la mediocridad más absoluta.

Haro y Catalán afirman haber tomado nota sobre las exigencias que tienen por delante y quien escribe desea de todo corazón que se hagan realidad sus buenos propósitos. Porque basta con redactar algún artículo exigiendo o criticando a los actuales gestores para que a uno lo tachen sospechoso o cercano a las tesis de la calle Jabugo, cuando quien escribe fue de sus máximos detractores. Esta situación es el claro ejemplo de uno de los peores males que acechan a esta institución. Una situación que puso en práctica y potenció el peor personaje que ha traspasado la puerta de cristales del Benito Villamarín. Lopera hizo como Julio César y trajo el “divide y vencerás” a la Palmera, llevándolo más lejos con la ayuda de San Mateo y su frase de la Biblia “el que no está conmigo, está en mi contra”.

Esta junta directiva tiene muchos retos deportivos e institucionales por delante pero el social es un pilar vital y urgente de resolver. En el Betis se ha generado una división interna entre pasado y futuro, entre lo viejo y lo nuevo, entre Lopera y Haro, entre lo que estuvo y lo que vendrá, lo que crea una continua crispación social muy negativa para los intereses de todos. El Betis debe ser nuestro referente y única bandera, por quien luchar y por quien trabajar desde todos los ámbitos, cada uno aportando su granito de arena. Por eso, le recomiendo al señor Catalán que no vuelva a pronunciar frases como “en el lado oscuro están cuatro gatos y diez palmeros”. Su deber como responsable del club es tender la mano a todos los béticos y crear un ambiente de paz y unidad social para poder conseguir los objetivos marcados. Nadie debe echar gasolina al fuego y menos los actuales gestores, que hace poco negociaban con esos gatos y palmeros e incluso les compraban acciones.