JJ Barquín @barquin_julio

Hugo Galera ha vuelto a aparecer en la escena verdiblanca gracias a una entrevista de la Cadena Ser y a una extensa carta dirigida al Diario ABC. Escuchando sus declaraciones, mortificándome con su escrito y viendo su foto, he tenido la sensación de volver a un mundo rancio, lleno de naftalina. En mi mente se repetía una sola frase: Hugo, tu tiempo ha pasado. Estoy cansado de ver siempre a los mismos. Sobre todo, porque siempre dicen lo mismo: que si el 92, que si las deudas de Retamero, que si me engañaron, que yo no pude hacer nada, etc.

Galera y muchos de los que estuvieron en los difíciles años ochenta, deberían plantearse recoger velas y no aparecer más por La Palmera, en calidad de personajes públicos ligados al club. Galera heredó un club con una tremenda deuda, pero su gestión no fue un ejemplo para las generaciones venideras. Además, una nefasta decisión corona su mandato: meter en el club al personaje más funesto y maléfico de la historia del Real Betis, Manuel Ruiz de Lopera. Nada más que por eso tendría que estar más que callado. Debería saber a estas alturas que es una voz reconocida dentro de club por el momento que le tocó vivir, no por su gestión y sus éxitos.

Galera y todos los miembros de las plataformas no son nadie para decir a la fiel infantería verdiblanca lo que está bien o mal, lo que hay o no hay que hacer. Ellos tienen el poder de sus acciones pero su tiempo en el club ha terminado. Hay que abrir puertas y ventanas para dejar salir el pasado y permitir el trabajo de un proyecto, que con sus luces y sombras, pretende hacer un Betis mejor, abierto, profesional y multideportivo. El beticismo debe agradecer las gestiones que han hecho las plataformas pero su misión está a punto de concluir y su presencia debe ser efímera.

El Betis de los béticos es una ilusión, un espejismo. Ya hemos comprobado que no es posible armar un poder anexo y dividido en miles de acciones. Es momento de dejar trabajar y hablar muy poco. Aún así, es comprensible que Galeras, Cuellares, Borbollas, Sotos y otros personajes de ese entorno maldito, no se resistan a una entrevista o a un micrófono con tal de seguir siendo rancios mediáticos. Eso sí, unos rancios muy verdiblancos.