Estudié en Madrid y lo que me se enseñaron en la Complutense no tiene nada que ver con lo que últimamente veo en los medios. El primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad. Una cosa es sacar punta a un tema o ver el lado más efectista y otro bien distinto mentir e ir a hacer daño con absoluta conciencia de lo que se está haciendo. Y puede haber algo peor. Escudarse en unas “malas formas” para seguir dando leña al muñeco sin reparar en el daño que se ha hecho a una persona.

Me refiero al caso del portero del Sporting de Gijón, Iván Cuéllar y sus declaraciones sobre una mentira orquestada. Apareció indignado en rueda de prensa y no era para menos. Dijo lo que pensaba sin medir sus palabras. ¿Qué habríamos hecho en su caso? Para mí estuvo perfecto, porque le salieron del alma sus palabras. Ni formas, ni educación, ni leches. No las merece el periodista ni su medio, La Nueva España. Y la prensa nacional sigue atizando al chico por sus “formas” aunque todavía no he escuchado al periodista o al medio pedir perdón por tan maña fechoría. Es indignante decir que Cuéllar reta con su mirada a los aficionados del Deportivo de La Coruña cuando lo que hacía era ver cómo un médico corría a auxiliar a una persona que estaba sufriendo un ataque epiléptico.

Yo habría hecho lo mismo. Habría utilizado las mismas palabras. Es un acto indeseable y mezquino, rastrero  y sucio que merece la misma respuesta. La educación requiere educación. La maldad requiere maldad. Parece que la prensa ha cruzado la línea de la dignidad y el código ético periodístico. Todo vale por vender periódicos o tener más audiencia a base de “fabricar” escándalos o generar polémicas absurdas.

Y parece que es algo contagioso que llega a todas partes. En nuestra ciudad tenemos infinidad de ejemplo de mala praxis periodística y de plumillas que buscan crear polémica a base de inventarse noticias o escribir informaciones interesadas, resaltando continuamente las bondades de la zona de Nervión y destripando todo lo que ocurra por Heliópolis. Algunos ejemplos recientes son las informaciones sobre los problemas de Rubén Castro para renovar (horas antes de estampar su firma) o varias crónicas chifladas donde se analizaba un partido de baloncesto sin dar el nombre del Real Betis Energía Plus. Eso no es periodismo. Son forofos vestidos de periodistas que trabajan con demasiados intereses. Esperemos que la situación cambie y que se vuelva por el camino de la credibilidad, de la seriedad y el rigor.

JJ Barquín